Después de un fin de semana tranquilo con día de campo incluido hoy os enseño otra de mis pasiones.
Desde que era pequeñita ha habido dos tipos de tiendas a las que me encantaba ir: las papelerías y las mercerías. No sé si serían los colores o la cantidad de posibilidades que te ofrecían todas aquellas cosas pero el caso es que recuerdo haber pensado muchas veces que de mayor sería feliz teniendo uno de esos dos negocios.
El caso es que con los años esa afición no solo se ha mantenido si no que ha ido creciendo y sigo disfrutando con el olor a papel y a madera de lápiz y con los colores alegres de cintas e hilos.
¿Véis lo que os decía? Estos son mis tesoros, guardados en cajitas por colores (más o menos), hay cintas, biés, vivos, cola de ratón, puntillas, sandungas, botones.... uff!! Vaya montón de cosas!! Muchas veces compro simplemente porque me gusta algo, no porque lo necesite y en realidad siempre, antes o después le doy un uso.
Y más adelante, según crecía mi afición por el "handmade", otro vicio vino a unirse a los demás: las telas.
Las primeras que compré fueron estos fieltros maravillosos. Son muy fáciles de trabajar porque no se desilachan al cortar y son blanditos para coser. Con ellos sobre todo hice broches y ahora los utilizo para hacer dibujos sobre otras telas, aunque hay que tener cuidado porque a veces destiñen y como es lana hay que evitar lavarlos en la lavadora.
Y a partir de ahí ya no pude parar. Igual que con las cintas no siempre compro una tela porque esté buscando algo para un pedido concreto, al contrario la mayor parte de las veces me las llevo por impulso y cuando llego a mi taller ya veo como las caso. A las de esta foto las llamo rústicas porque son arpilleras y telas algo más resistentes.
¡Mirad qué contraste! Si las anteriores eran las rústicas estas son las telas que utilizo para las cositas de bebé, para los corazones o para las bolsas impermeables que ya salieron así como de pasada en otra entrada y de las que pronto os podré enseñar más. ¡Me encantan estos colores, tan alegres y dulces a la vez!
Y para despedirme por hoy una curiosidad: ¿os habéis planteado alguna vez qué hacen en las tiendas con los muestrarios de telas que ya no se venden? Pues ya os lo digo yo: ¡la mayoría van a la basura! Es una pena porque suelen ser telas de buena calidad y en cantidad suficiente como para poder aprovecharlos en nuestras manualidades. Así que yo ya me he lanzado a echarle un poco de cara y cada vez que paso por tiendas de tapicerías o de decoración entro y pregunto, por si acaso.
¡¡Buena semana para todos!!
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